Cuando me corro me convierto en un adulto al que lo único que le apetece es estar solo. Todas las mujeres fueron como relámpagos: me hicieron daño al caer sobre mí, pero iluminaron brevemente la noche. Sin embargo, cambian las ideas. Con los años empieza a haber un peregrinaje del corazón a la cabeza; las hormonas se van convirtiendo en viejas manchas de sangre que no salen con nada. Se vive mejor a oscuras, sin relámpagos. Sin noches eléctricas. Sin expediciones salvajes hacia lo desconocido: sin esperar a alguien a quien mimar con pan y con estufas. No hay tristeza en este cambio de ideas. A veces, por la calle, te encuentras con algunos perros que parece que estén tristes y sin embargo, de repente, giran la cara y le sonríen al viento. La vida es un pájaro que canta sobre un árbol abofeteado por el dióxido de carbono. Qué grato es ser una adulto que sabe bien que se vive mejor a oscuras. Parece que estén tristes, pero qué grato es ser como