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Mostrando entradas de mayo, 2019

Perder a Mark

1 A Andrea y a mí nos encanta hacer la compra juntos. Borges decía que no hay nada menos material que el dinero, que las monedas no eran monedas, sino posibilidades. Andrea y yo somos felices comprando verduras para la ensalada, salsas para la pasta y otras menudeces comunes y corrientes, porque nunca se trata de menudeces comunes y corrientes, sino de formas asequibles de planearnos juntos. El otro día, precisamente, salíamos del Súper cuando Andrea me dio un apretón en la mano: -Mira, mira ese cartel. Ay, pobre pájaro. El cartel rezaba esto: Me llamo Mark. En este cartel fotocopiado en blanco y negro no puede apreciarse, pero soy un agapornis de plumaje rojo y verde muy bonito. Mi dueño me está buscando por el barrio. Sé mi nombre, así que si me llamas puede que me acerque a ti para ver si me das comida. Mi dueño no tiene demasiado dinero, así que no puede ofrecer una recompensa, pero si me ves por el barrio, por favor, ¿podrí

Una tarde con Rose

Voy a darle una vuelta de tuerca al género de los zombies. Le pasa a este género lo mismo que a las obras sobre gángsters o a las obras distópicas: son la excusa perfecta para poner a prueba a las personas y tratar de hacer emerger lo más importante de su psique. Ahí va un adelanto de lo que, espero, será mi nueva novela. Una tarde con Rose 1 -No la quiero, papá. -Como no cojas la jodida pistola no sales. -Pero… -Pero nada. Ya sabes disparar, pero no juegues a los pistoleros. No le hagas fotos. No subas nada a internet. No se la enseñes a nadie. Solo úsala si tienes que usarla. Y asegúrate bien, si la usas, de que sea con una persona que se haya transformado. La última vez detuvieron a un chaval porque le disparó a un vagabundo que estaba sollozando junto a su perro, que acababa de morir… El chaval pensó que el mendigo sufría las agitaciones y se lo cargó. Me cago en la puta, solo 18 meses sin transformaciones, en esta ciudad, y ya han quitado la vigilan