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Mostrando entradas de septiembre, 2022

El abandono de las fechas

Desde que hace varios años que ha muerto mi abuelo he comenzado un proceso de abandono de las fechas. Lo sé. Sería más gramatical usar un pretérito perfecto simple. Pero como dice el chiste la muerte de mi abuelo es pretérita, pero no ha sido ni perfecta, ni simple. Quiero que llegue un momento en el que ya no sepa si ‘Enero’ es un día de la semana o un estupendo nombre para un perro. Esto no es por la tristeza. Lo prometo. Esta no es una manera de agachar la cabeza. No abandono las fechas porque quiera enterrar detrás del jardín de casa el sombrío ábaco con el que se van calculando mis males. Lo que me pasa es lo que siempre me ha pasado: Mi vida me parece mayor que la mayor de las muertes y no necesito saber qué día es, ni en qué día vivo mientras siga vivo. No celebro mis cumpleaños. Tampoco miro los décimos de lotería que me regalan. A nada aspiro. Me basta con que de vez en cuando repinten los pasos de zebra de la ciudad en donde vivo.