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Mostrando entradas de septiembre, 2018

Insert coin

Es imposible conseguir lo que se conseguía en otras épocas. Despuntar. Ser un maestro. Asesinar al anonimato dejando en el suelo un gran charco de sangre. El arte ya no tiene cánones. Funcionan tantas direcciones al mismo tiempo... Y eso es bueno para el arte, pero malo para los artistas. Y mientras tanto para nostros sigue existiendo un día a día que se basa en esa soledad de quienes no pueden evitar reparar en esa solitaria hormiga que se pasea por el borde de la bañera. Si ya no basta con resplandecer un poco para iluminar la noche, ¿qué es lo que nos espera? El pasado y el futuro son como niños de hospital enchufados a una máquina: cosas inocentes que existen a duras penas. El presente es este viento que lo quiere ser todo mientras va arrancando tejas a los tejados. ¿Y qué hay que hacer? ¿Claudicar? ¿Convertirnos en uniformes que giren en espiral en la lavadora? ¿O acaso morir sin saber quiénes hubiésemos podido llegar a ser?

Nos recuerdo

Nos recuerdo juntos.  Nos recuerdo alegres.  Nos recuerdo siendo una joven pareja con maletas nuevas haciendo turismo por la alegría. Nos recuerdo respirando muy contentos,  como si el oxígeno fuera  una tarta que repartirnos entre los dos. Nos recuerdo conviviendo en noches que no eran más que viento con pijama de estrellas.   También es verdad que convivimos en muchos días  en los que los árboles se mostraban rotundos, como riñones poderosos que filtraban todas las maldiciones, que a veces  nos suministrábamos por vía oral.  A mí me parecía que éramos inacabables. En aquel entonces,  no sé qué nos pasaba, que sin haber estudiado medicina ambos terminamos siendo prestigiosos médicos: cuando algo nos dolía  confiábamos en la aplicación local de un beso en la mejilla. Recuerdo un día muy triste  que jamás debería ser recordado.  Me dijiste algo y  después el viento iba de acá para allá, agitado: como si en realida