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Mostrando entradas de mayo, 2021

Voy a pedirle a Rubén que sea él quien identifique mi cadáver

El otro día estaba viendo una serie policiaca con Andrea y después de ver una escena en la que los polis iban a la morgue para hablar con el forense, Andrea me preguntó: ¿Y qué pasa si alguno de tus usuarios de la residencia se vuelve loco y te apuñala en el trabajo? ¿Tienen en emergencias mi número de teléfono para avisarme de que te has muerto? En ese momento pensé que si me pasara algo no querría que fuera Andrea quien viera mi cuerpo sin vida cuando el forense retirase la sábana. Ella se pondría demasiado triste. Lloraría. Y en los sucesivos días soñaría a menudo con mi cara de muerto. ¿Quién podría identificar mi cadáver? Mi madre queda descartada. Vive lejos y jamás le haría pasar por eso. ¿Ernesto? Ernesto tampoco. Es muy aprensivo, y si fuera él quien identificara mi cadáver después erraría durante varios meses con la mirada perdida mientras piensa en la muerte. El candidato ideal es Rubén. Tiene coche y ya ha visto varios cadáveres, entre ellos, el de su padre, muerto de cánc

Puntos en el tiempo

En primero de la EGB logré saltar por fin el enorme escalón que separaba el nivel del patio de arena del nivel de la tarima de cemento sobre el que se levantaba mi escuela. El año anterior, había estado mirando a ese escalón de un modo desafiante, retador. A veces, incluso le hablaba y le insultaba a ese bloque de cemento como si fuera una persona, porque mi infancia, como la de cualquier niño, fue prácticamente una película de aventuras. En 1º de la EGB logré saltarlo por fin y me dije que a partir de ahí empezaba ya el resto de mi vida. No volví a pensar que me convertía en un adulto hasta que terminé los exámenes de Selectividad. Qué equivocado estaba; la Universidad es una de las cosas más infantiles que me han ocurrido, porque la prisa por convertirnos en adultos, terminó por transformarnos en niños que fumaban mientras seguían esperando que ocurriera algo. Después, cuando me dejó mi primera novia, también pensé que me había convertido en un adulto, cuando me paraba sin motivo fre

Ha muerto George Michael

 Ya hace años que se murió George Michael. Fue durante ese terrible año, 2016, un año que empezó clavándole hasta matarlo, un cuchillo a mi abuelo en un riñón. Aunque ya han pasado cinco años sigo utilizando el pretérito perfecto. Se ha muerto George Michael, joder. Y siempre que lo recuerdo me doy una palmada en la frente como si acabara de morirse de nuevo. Como si lo matara yo al acordarme de que ya está muerto. Yo no escucho a George Michael a menudo. Su música no está en la base piramidal de mis gustos musicales. Pero mi madre, en Navidad, siempre ponía Last Christmas de Wham! Cuando empezaba a sonar, la veía chasqueando los dedos, sonriendo para sí misma, como si durante un fugaz instante pudiera saludar de nuevo, al otro lado del espejo, a la joven que ella fue durante los 80. Para ser una casualidad. Para ser todos nostros productos de las travesuras matemáticas de la energía cuántica, he de decir que el cosmos tiene un sentido del humor muy sórdido.  George Michael murió el d

Desánimo pandémico

Siempre he dicho que quiero tener hijos. Al menos, uno. En este mismo libro, hay poemas en los que dialogo con un hijo futuro. Incluso cuando no tenía pareja me pasaba el día bromeando diciendo que un día ahorraría el dinero, iría a una tienda y me compraría uno. Y sin embargo, ahora soy yo quien le dice a Andrea, con una sonrisa tan torcida como el corazón, que quizá ya no es el momento de tener hijos. Supongo que solo lo pienso ahora. En este ahora de ahora. En este justo momento pinzado entre el porvenir y el yavenido. ¿Qué clase de mundo es este que nos han legado? Los viejos como mi abuelo que crecieron con el sonido de las bombas y fueron jóvenes y conociendo a sus esposas durante una dura dictadura militar, deben pensar que esto de la pandemia y del cambio climático no es más que una epopeya de plástico. Pero incluso a mí, a mí que chorreo energía como una bestia desgraciada que solo piensa en vivir sin hacer preguntas, incluso a mí, este mundo me deja sin aliento. Tengo 35 años

¿Quién es?

Recuerdo que de niño, un tío mío, el marido de una de las hermanas de mi padre, siempre hacía bromas cuando nos picaba por el telefonillo. ¡PIIIIIIIIIIIIIIIII! ¿Quién es? -respondía mi madre- Hola, señora, mire soy el butanero, ¿usted me pagó la última bombona? -Inquiría mi tío con la justa dosis de seriedad que requieren las bromas de verdad. Mi padre, que siempre ha sido uno de esos hombres acomplejados que solo saben admirar a los demás copiándoles mal, empezó a imitar a mi tío. Pero mi padre lo hacía de un modo contaminado y sin gracia, fastidiado por tener que ser siempre él quien imitara a los demás. Mi padre picaba al timbre, después de sus 10 o 12 horas trabajando en el bar y respondía de forma abrupta que era el butanero, y después de una pausa de tres puntos suspensivos tras los que se parapetaba su falta de imaginación añadía cualquier chorrada, cualquier eco remedado de las bromas que mi tío hilvanaba espontáneamente. Sin embargo, debo admitir que hay un chascarrillo de los