Esta noche mientas me dirigía al trabajo me he encontrado con un gato muerto por el camino. Era un gato común y corriente, uno de esos que van buscando asilo bajo el poso caliente del motor de algún coche. Muchas noches me tropiezo con animales muertos y eso me lleva a pensar que la calle está emboscada de pequeños tictacs de la muerte que saltan sobre los animales sin que se dé cuenta nadie. Seguramente el gato acababa de morir; el cuerpo no estaba sucio, no había moscas. La luna lo intentaba cubrir con una inútil manta de plata con sombras. No suelen pesarme los animales muertos pero este estaba tan entero, parecía tan resucitable con solo el toque adecuado de varita... El resto del trayecto hacia el trabajo me lo he pasado mirando arriba, a la luna: caminaba conmigo, nos observábamos el uno al otro. En estos raros momentos en los que el cosmos me parece casi una mujer bonita que se detiene a hablar conmigo prometo siempre estudiar