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Mostrando entradas de noviembre, 2018

Receta Caníbal

Universitaria al horno Ingredientes: Una muchacha universitaria de 18 años.  Un horno grande.  2 cerezas.  Sal.  Aceite virgen extra.  Un cuchillo de punta redonda.  1 revólver de calibre pequeño con silenciador.  9/10 comensales con buen apetito.  Máquina para rapar pelo.  Un auxiliar de cocina.  Pasos a seguir: Antes de nada, hay que advertir que más importante que la edad de la muchacha en sí, lo estrictamente necesario es que la chica esté en su primer año universitario. Porque luego, con el tiempo, esa emoción de sentirse realizada se irá desgastando  y su sonrisa  dejará de ser tan extraordinaria.  Si os lo permiten las circunstancias, intentad sorprender a la muchacha  en la biblioteca de su facultad.  Es más: de ser posible, esperad  hasta que encuentre el libro que esté buscando; cuando sus dedos se estiren  para alcanzar el lomo  y los músculos de su rostro den el primer paso hacia una sonrisa, entonces, peg

Palpitante

Muchos de mis apuntes no se convertirán nunca en poemas. Todos quieren convertirse en poema; yo a todos los veo como a un nido de pollitos pidiéndome comida al mismo tiempo. Este no va a ser un poema al uso, va a ser un pedazo de carne sin cocinar; un gajo vivo de mis últimos apuntes copiados y pegados. ¿Y por qué? Pues porque me parecen hermosos y porque quizá esta sea la única posibilidad que tengan de llegar a ser un poema. Me gustaría que la gente murmurara Sobre nosotros. Que alguien dijera cuando me ve pasar mira, ahí va el hijo de la Montse, va con esa chica tan espigada: Está seca, pero es guapa. Atraquemos joyerías juntos. Me gustaría que fuésemos más jóvenes. Que tuviéramos un accidente con el preservativo y acabáramos en planificación familiar aterrados, cogidos de la mano. Tengo cierta edad, la suficiente como para que mi corazón no esté a merced de los vientos. Mi vida con mi madre es un estofado raro, un equilibrio de bestias huma

Prólogo a la 2ª edición

El lector elíptico En las películas grandes ciudades hambrientas de todo giran los rodillos de sus imprentas y escupen periódicos y libros a una velocidad frenética. Sin embargo, en este caso, más bien debéis imaginaros a un chaval con un pijama manchado de soledad y con una impresora que solo gasta cartuchos de tinta negra. En la primera edición de Todos los pájaros me visteis cometer un montón de asesinatos. Si el poemario fuera una obra de teatro comenzaría así: Escena primera: Iván porta un traje de enterrador. Sostiene una pala con las dos manos, a su lado se apila un pequeño montón de tierra. Durante toda la escena, Iván irá recogiendo tierra con la pala e irá echándola sobre el cadáver de su primera novia, Leila. Los focos siguen al personaje de Iván en su enérgica tarea, pues va a ser el protagonista indiscutible de la obra. Habrá muchas mujeres desfilando por sus páginas, pero ninguna llegará a la