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Palpitante

Muchos de mis apuntes no se convertirán nunca en poemas. Todos quieren convertirse en poema; yo a todos los veo como a un nido de pollitos pidiéndome comida al mismo tiempo. Este no va a ser un poema al uso, va a ser un pedazo de carne sin cocinar; un gajo vivo de mis últimos apuntes copiados y pegados. ¿Y por qué? Pues porque me parecen hermosos y porque quizá esta sea la única posibilidad que tengan de llegar a ser un poema.




Me gustaría que la gente murmurara
Sobre nosotros. Que alguien dijera
cuando me ve pasar
mira, ahí va el hijo de la Montse,
va con esa chica tan espigada:
Está seca,
pero es guapa.
Atraquemos joyerías juntos.
Me gustaría que fuésemos más jóvenes.
Que tuviéramos un accidente con el preservativo
y acabáramos en planificación familiar aterrados, cogidos de la mano.
Tengo cierta edad,
la suficiente
como para que mi corazón
no esté a merced de los vientos.

Mi vida con mi madre
es un estofado raro, un equilibrio de bestias humanas
entre lo que ella quiere para mí
lo que yo quiero para mí
y lo que yo quiero para ella.
La contrariedad. La decepción. El jarro de agua fría
de no ser comprendida por un hijo. Veo el impacto en su rostro
como si le doliera alguna víscera
como si la vida fuera un videojuego
que se volvió muy complicado de golpe.
Me quedo sin ti,
Te quedas sin mí. Mutable, movedizo.
Dormir la siesta con ropa de calle.
Miedo a triunfar. 
Me pondré el pijama de ganador y empezaré a perder.
Comensales invisibles.
¿Será una enfermedad hereditaria?
Quiero una chica que se pinte un lunar.
Sólo éramos dos diablillos descalzos.
Los tejados de las casas de enfrente
siempre estaban dorados.
Queríamos que nuestros padres
dejaran de fumar
y fueran inmortales.
El tiempo nos habrá gratinado los pómulos y la papada.

La risa de después de corrernos.
Envueltos en este sonido nuestro.
El vampiro. Ayer me comí a una muchacha.
Escribir es un sueño que ocurre en casa.
Parto de aquí: de la melancólica sonrisa que tú y yo nos debemos.
Las chicas como tú deberían llegar al final.
Cuando uno entierra su revólver en el jardín
Y ya solo desea paz.
Después de follar nos sonreímos felices
Como perros que por fin se han subido al sofá.

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