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Mostrando entradas de diciembre, 2023

Fregar los platos

Cuando hablo de mi padre el paisaje se vuelve borroso como mi alma insegura. En sus últimos años mi padre tenía la mirada caduca de las cintas VHS. No sé hablar mejor de él. Cuando hablo de mi padre soy una bombilla. Parpadeo y doy bien la luz solo a veces. Quizá debería destituir la soledad de esta casa con un perro. Pero no. No quiero otro perro. Ya tuve una perra y sé que los perros no son más que niños que mueren de cáncer durante su adolescencia. Si los pájaros creen que las antenas de televisión son ramas de árbol, yo puedo dejar una manta sobre mi sofá y creerme que Andrea ha vuelto a quedarse dormida en mi casa. A veces pienso que si friego los platos muy bien todos mis seres queridos volverán conmigo.

La caja de galletas

Yo pensaba que una casa solitaria sería como una habitación sin monstruos, pero me equivocaba. Juré jugar con todas estas sombras y ahora no sé cómo voy a hacerlo. Hospitalizo mi tristeza. Insonorizo mi nostalgia. Lo malo de ser solo joven, en lugar de muy joven, es que te quedas sin tiempo para las tramas más interesantes. Yo antes podía ser feliz como un perro que se revuelca por la hierba. Pero ya no. Demasiado feísmo. Demasiado tener claro que en esta vida los malos siempre ganan, mientras que el alma es siempre un callejón sin salida. Lo malo de ser solo joven, en lugar de muy joven, es que te quedas sin tiempo para las tramas más interesantes. Ningún recién llegado conocerá a mi padre. Ya nadie podrá infiltrarse ni enraizarse en mí. A nadie que que desembarque hoy mismo podré mostrarle nunca la caja de galletas en donde guardaba los tesoros de cuando fui un niño.