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Mostrando entradas de julio, 2023

Cuadros robados

Me sigo hallando en un punto intermedio entre el esparto y los olivos de Extremadura y las películas sangrientas y líricas de Takeshi Kitano. La diferencia es que estoy dejando de ser asombroso. La juventud es un pelaje que voy perdiendo para convertirme solo en un hombre hecho y deshecho en el Prat de Llobregat. Mis sueños con Andrea han resultado ser cuadros robados de un museo. Triste, y alegre tras haber filmado un buen final, voy perimetrando mi duelo mientras me pregunto si esta casa volverá a llenarse con nuestras carcajadas mientras jugamos al Mario Kart. Triste, y alegre, pero con el corazón parcialmente nublado, sé que ha sido bueno que Andrea poblara esta casa. Este ático mío con sus cinco rellanos y sus 96 peldaños cortos, que de niño yo jugaba a subirlos a cuatro patas como si fuera un mono.

El hombre y los animales

A mi abuelo, el médico de la fábrica le decía que comiese carne caballo porque era bueno para el hígado. A un tío mío, le recomendaron grasa de ballena para conservar el tapizado del sofá. Mi padre, cuando yo era pequeño, compraba sesos de cerdo y se hacía bocadillos después de freírlos. Mi madre, de niña, me contaba que bebía sangre de cerdo. No estoy hablando de morcilla, sino de que vendían sangre de cerdo refrigerada en bolsas de plástico para que la gente la tomara como un refresco. Hoy he visto a un ciego estirando con furia, con resquemor del arnés de un perro lazarillo. Se trataba de un Golden. Un Golden tan grande y tan bueno que en lugar de ser el perro de un ciego, se merecía ser el perro de un dios.