Estoy pasando de puntillas por sobre la muerte de mi padre. Supongo que no quiero hacer ruido. No quiero despertar ninguna fuerza ni caerme por ningún abismo. Me digo que me da igual que este hombre se haya muerto. Y es cierto. Me da igual que haya fallecido este último padre mío. Este padre mío que se parecía tanto a una tortuga: calvo, fuerte, sin dientes y con una lentitud que se parecía demasiado a la tristeza. Hoy los de la funeraria me han enviado un sobre con sus pertenencias: solo había un reloj y una cartera con una foto de su madre y con otra foto de él sonriendo ante la cámara. Una foto de él tomada antes de que le ocurriera todo: antes de ir a la mili y de perder el pelo y de casarse con mi madre y de ser mi padre y de perder a mi madre y de perder su empleo y de perder todos sus dientes y de perdernos a todos y de perdérselo todo. Estoy pasando de puntillas por sobre la muerte de mi padre porque me da igual que este último padre mío haya muerto, pero no me da igual que ha