Nos recuerdo juntos.
y me acababas de enseñar
Nos recuerdo
alegres.
Nos recuerdo
siendo una joven
pareja
con maletas nuevas
haciendo turismo por la alegría.
Nos recuerdo
respirando muy contentos,
como si el oxígeno
fuera
una tarta que repartirnos
entre los dos.
una tarta que repartirnos
entre los dos.
Nos recuerdo
conviviendo en noches
que no eran más
que viento con pijama de estrellas.
También es verdad
También es verdad
que convivimos
en muchos días
en los que los
árboles se mostraban rotundos,
como riñones poderosos
que filtraban todas
las maldiciones,
que a veces
nos
suministrábamos por vía oral.
A mí me parecía
que éramos inacabables.
En aquel entonces,
no sé qué nos pasaba,
que sin haber
estudiado medicina
ambos terminamos
siendo prestigiosos médicos:
cuando algo nos
dolía
confiábamos en la aplicación local
de un beso en la
mejilla.
Recuerdo un día muy
triste
que jamás debería ser recordado.
Me dijiste algo y
después el viento iba de acá para allá, agitado:
como si en realidad el viento
fuera la sangre del fin del mundo.
Estábamos paseando, íbamos
tomados del brazoy me acababas de enseñar
hasta qué punto
los días felices solo son comas.
Antes de aquel día aciago
yo hubiera sido
capaz
de llevar camisetas
con la frase de “viva el amor”.
Pero en aquel
entonces yo no era yo.
Era solo un joven y
prestigioso doctor
que ni siquiera
había estudiado medicina,
y que estaba solo siendo
un inocente turista en la alegría.
un inocente turista en la alegría.