Superar algo es permitir que te acompañe para siempre. Por eso siempre digo que esta casa está llena de fantasmas. Me pongo el reloj de mi abuelo. Saludo a la fea hurna que contiene las cenizas de mi padre. Salgo a la calle contento de ser el río que los prosigue y los contiene. Lo hago porque yo, al igual que los romanos, construyo la Necrópolis muy cerca del Circo. Cuando lo oscuro, cuando lo sombrío; da igual, cuando todo alcanzó su tamaño natural, mi abuelo me insistía en que, al final, la vida son solo un puñado de años que guardas en una cajita a la que te agarras muy fuerte, mientras esperas a que la riada venga y se la lleve.