Se están muriendo las cuatro sillas grandes de mi casa. Hace unas semanas, fui a voltear una para poder barrer debajo de la mesa y entonces me di cuenta de que a la silla se le escapaba un chorro de arena. Y desde entonces las cuatro sillas grandes de mi casa han empezado a sufrir lentas hemorragias de serrín. A estas cuatro sillas las recuerdo desde siempre. Tuvieron que pasar muchos años hasta que yo pude sentarme en ellas llegando a tocar con los pies en el suelo. Quizá fueron los primeros muebles que compró mi abuelo cuando se vino a vivir a esta casa. Puede que sea eso lo que le pasa a mis sillas: que no son mías, eran de mi abuelo y alguien debe haberles contado que mi abuelo ya no viene a sentarse en ellas porque lleva muerto dos años. ¿Le lloran polvo del desierto ahora? ¿O era una cláusula del vendedor de las sillas? Estas...