Algún día iremos a una consulta
llena de diplomas
y de pósters con vaginas esquematizadas.
Allí nos darán la buena noticia
y al salir
empezaremos a enviar audios
a nuestros amigos
y a nuestra familia.
Todos nos felicitarán
y entonces comenzará
una espera
de mi oreja pegada a tu barriga
para precisar
el momento en que empiece a sonar
el nuevo tic-tac de una vida.
Después empezará el reinado
de lo exagerado.
Los pies de plomo
y los puños de hierro.
El terror a que la casa huela a butano
o a que los balcones no sean seguros.
Las dudas
sobre si hicimos bien
en traer a alguien nuevo
a este mundo
de gente que va por la calle
mal disfrazada de cirujano.
El calor. El mundo cada vez más caliente.
Sazonar de pánico nuestras vidas
y herir nuestra memoria
recordando
cómo era el mundo
cuando podías bañarte
con tus amigos en una piscina.
Con el correr de los años,
latas de conserva
y el brillo de una canción
resonando por toda la cueva.
llena de diplomas
y de pósters con vaginas esquematizadas.
Allí nos darán la buena noticia
y al salir
empezaremos a enviar audios
a nuestros amigos
y a nuestra familia.
Todos nos felicitarán
y entonces comenzará
una espera
de mi oreja pegada a tu barriga
para precisar
el momento en que empiece a sonar
el nuevo tic-tac de una vida.
Después empezará el reinado
de lo exagerado.
Los pies de plomo
y los puños de hierro.
El terror a que la casa huela a butano
o a que los balcones no sean seguros.
Las dudas
sobre si hicimos bien
en traer a alguien nuevo
a este mundo
de gente que va por la calle
mal disfrazada de cirujano.
El calor. El mundo cada vez más caliente.
Sazonar de pánico nuestras vidas
y herir nuestra memoria
recordando
cómo era el mundo
cuando podías bañarte
con tus amigos en una piscina.
Con el correr de los años,
latas de conserva
y el brillo de una canción
resonando por toda la cueva.