Este es el nombre
de un vídeo de Youtube
en donde se recopilan imágenes
de entrenadores
a los que, fortuitamente,
el balón se acerca a ellos en mitad de un partido.
Todos estos entrenadores son exfutbolistas
que fueron futbolistas hasta que el cuerpo les abandonó.
Son hombres a los que no les quedó otra
que reciclarse como entrenadores de fútbol,
o convertirse en alcohólicos
que repasan fotos
de un vídeo de Youtube
en donde se recopilan imágenes
de entrenadores
a los que, fortuitamente,
el balón se acerca a ellos en mitad de un partido.
Todos estos entrenadores son exfutbolistas
que fueron futbolistas hasta que el cuerpo les abandonó.
Son hombres a los que no les quedó otra
que reciclarse como entrenadores de fútbol,
o convertirse en alcohólicos
que repasan fotos
de un viejo álbum glorioso.
En este vídeo de YouTube,
lo que vemos
casi todo el rato
son balones
En este vídeo de YouTube,
lo que vemos
casi todo el rato
son balones
que se escapan por la banda
y que pasan
tan cerca de los pies de estos hombres,
que no pueden evitar controlarlas
y pasársela a un jugador.
Hay dos momentos
que han logrado
pasarme algo
de su corriente emocional.
El primero me ha parecido muy tierno:
un balón muy alto
va a caer cerca de donde está
el por entonces entrenador del Depor,
Clarence Seedorf.
Él alza la vista y prepara el pie en la posición exacta
para pinchar el balón. Cuando lo pincha
se lo pasa a un jugador del equipo rival
para que el juego continúe.
De repente,
Seedorf oye comentarios en su propio banquillo.
Los reservan ríen, se comentan cosas al oído,
no se les puede oír, pero se nota
que son frases del estilo:
¿Has visto lo que ha hecho el hijoputa este?
La pincha mejor que yo.
Lo bonito es que Seedorf se gira,
les riñe un poco, pero cuando vuelve a mirar al campo
no puede evitar sonreírse,
como si se le hubieran metido en los labios
una cucharada de miel del pasado.
El segundo momento
me ha parecido muy amargo.
Luis Enrique es entrenador del Barcelona.
Una pelota se dirige directamente hacia él.
Sin pensarlo,
por puro instinto de ser
lo que ha sido siempre:
echa el cuerpo hacia adelanta retrasando los hombros
y para el balón con el pecho
controlándolo a la perfección.
Luego, con una mirada nostálgica, resignada,
le pasa el balón a un jugador,
como lamentando que ese pase
y que pasan
tan cerca de los pies de estos hombres,
que no pueden evitar controlarlas
y pasársela a un jugador.
Hay dos momentos
que han logrado
pasarme algo
de su corriente emocional.
El primero me ha parecido muy tierno:
un balón muy alto
va a caer cerca de donde está
el por entonces entrenador del Depor,
Clarence Seedorf.
Él alza la vista y prepara el pie en la posición exacta
para pinchar el balón. Cuando lo pincha
se lo pasa a un jugador del equipo rival
para que el juego continúe.
De repente,
Seedorf oye comentarios en su propio banquillo.
Los reservan ríen, se comentan cosas al oído,
no se les puede oír, pero se nota
que son frases del estilo:
¿Has visto lo que ha hecho el hijoputa este?
La pincha mejor que yo.
Lo bonito es que Seedorf se gira,
les riñe un poco, pero cuando vuelve a mirar al campo
no puede evitar sonreírse,
como si se le hubieran metido en los labios
una cucharada de miel del pasado.
El segundo momento
me ha parecido muy amargo.
Luis Enrique es entrenador del Barcelona.
Una pelota se dirige directamente hacia él.
Sin pensarlo,
por puro instinto de ser
lo que ha sido siempre:
echa el cuerpo hacia adelanta retrasando los hombros
y para el balón con el pecho
controlándolo a la perfección.
Luego, con una mirada nostálgica, resignada,
le pasa el balón a un jugador,
como lamentando que ese pase
ya nunca más
vaya a poder formar parte
de ningún partido real.