Yo fui un niño que creció raro.
No crecí de golpe, súbitamente,
como sí lo hicieron todos mis amigos.
A todos ellos
les pasó lo mismo:
una semana se pusieron malos,
no asistieron a clase,
y cuando regresaron
lo hicieron convertidos
en adolescentes espigados.
Pero yo no.
Yo fui un niño sin estirón.
Yo crecí despacio, imperceptible
y predeciblemente.
Yo le guardaba cierta mirada doméstica a todo
y por eso empecé a escribir.
Y por empezar a escribir
empecé a ser
el rey de muchas cosas fútiles.
No estudié lo que tenía que estudiar.
No orienté mi vida
como debería haberla orientado
y ahora
soy un hombre arrepentido
que sonríe
con un libro en las manos.
No crecí de golpe, súbitamente,
como sí lo hicieron todos mis amigos.
A todos ellos
les pasó lo mismo:
una semana se pusieron malos,
no asistieron a clase,
y cuando regresaron
lo hicieron convertidos
en adolescentes espigados.
Pero yo no.
Yo fui un niño sin estirón.
Yo crecí despacio, imperceptible
y predeciblemente.
Yo le guardaba cierta mirada doméstica a todo
y por eso empecé a escribir.
Y por empezar a escribir
empecé a ser
el rey de muchas cosas fútiles.
No estudié lo que tenía que estudiar.
No orienté mi vida
como debería haberla orientado
y ahora
soy un hombre arrepentido
que sonríe
con un libro en las manos.