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Oscuridades

Anda que no tengo yo oscuridades.
La peor
es el miedo a haber dejado de brillar
durante el resto de mi vida.

Anda que no tengo yo oscuridades.
La peor
es la certeza de saber
que no corregiré tanta muerte
con ningún nacimiento.
No traeré ninguna flor nueva
a esta tierra calcinada.

Anda que no tengo yo oscuridades.
La peor
es vivir con los circuitos apagados.
No querer que nadie
nunca más
me prenda fuego.

Ya no tengo ganas de decirle de nuevo
a ninguna mujer
que quiero coger
un tren
hasta su coño,
que quiero que llegue la noche
para bañarla,
para pasarle una esponja por el cuerpo
con la misma devoción
con la que mi abuelo
le pasaba un trapo húmedo
a su amado Seat Ritmo.

Anda que no tengo yo oscuridades.
La peor
es que aunque no sé de qué se trata
hay algo
de lo que ya no quiero más.

Todo lo que no sea
escribir
y mesarme la barba
mientras converso con mis fantasmas
será ganarme la vida
mientras la pierdo.

Se termina la juventud.
Se acaba la garantía de fuego.

Anda que no tengo yo oscuridades.
La peor
es haber pensado que Andrea
sería la persona
junto a la que no tendría hijos.
Me había habituado a pensar
que seríamos dos muñecos de nieve
que se fundirían juntos
mientras los pájaros
nos roban los botones de la tripa
y nos picotean
la nariz de zanahoria.

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