Hoy me han contado algo horrible.
A Laura, la gemela que tiene el pelo
un poco más largo,
la obligan a maquillarse
para ir al trabajo.
Ella hace lo justo y necesario
para obedecer a sus jefes
sin desobedecerse a sí misma:
se limita
a delinearse un poco
con un lápiz de ojos.
Es curioso; son curiosas las chicas,
con un lápiz son capaces
de sacarle punta a su mirada.
Pobre Laura, forzada,
horneada en moldes tan añejos.
Y aun así, qué guapa.
Llevo toda la tarde imaginándomela
como a una Nefertiti con chaleco
de Mercadona puesto.
Me preocupan estas gemelas.
Tienen de porcelana el sueño, como yo.
Y en el fondo
de cada uno de sus ojos
vive un ermitaño
grito de socorro.
Creo que los tres hemos venido
a parecernos
por motivos muy distintos.
Yo me acuesto siempre muy tarde.
Extenuado: Muy corrido y muy cansado.
La pistola de las venganzas
con el cañón humeando
después de no haber resuelto nada.
Y aun así, necesito acostarme así:
humeado, corrido, cansado; todos los participios
están siempre
manchados de sangre fresca. Lo sé
pero necesito llegar
al cansancio necesario
para que la noche
se convierta
en el autobús
que haga regresar a cada fantasma
a su correspondiente parada.
Me pregunto
si para nosotros
habrá otra vez
un tiempo en el que nos comamos el pan sin dolor.
Como cuando yo
conocí a Leila
en uno de sus viajes a Barcelona,
y en nuestro primer polvo de despedida
empezamos a reírnos
porque no sabíamos como quitarle
las manchas de semen a su abrigo.
Hay que ver cómo soy con Leila
y con Julia,
parezco uno de esos
antiguos salteadores de tumbas;
siempre estoy robándole joyas
al cadáver de aquel nosotros.
Me preocupan estas gemelas.
Me gustan estas gemelas.
Me follaría a cualquiera de las dos.
Me casaría con cualquiera de las dos.
Tendría hijos con cualquiera de las dos.
Querría para siempre a cualquiera de las dos
y velaría siempre por la otra.
Y mientras todo peligra
quizá podríamos vivir
muertos de risa.
A Laura, la gemela que tiene el pelo
un poco más largo,
la obligan a maquillarse
para ir al trabajo.
Ella hace lo justo y necesario
para obedecer a sus jefes
sin desobedecerse a sí misma:
se limita
a delinearse un poco
con un lápiz de ojos.
Es curioso; son curiosas las chicas,
con un lápiz son capaces
de sacarle punta a su mirada.
Pobre Laura, forzada,
horneada en moldes tan añejos.
Y aun así, qué guapa.
Llevo toda la tarde imaginándomela
como a una Nefertiti con chaleco
de Mercadona puesto.
Me preocupan estas gemelas.
Tienen de porcelana el sueño, como yo.
Y en el fondo
de cada uno de sus ojos
vive un ermitaño
grito de socorro.
Creo que los tres hemos venido
a parecernos
por motivos muy distintos.
Yo me acuesto siempre muy tarde.
Extenuado: Muy corrido y muy cansado.
La pistola de las venganzas
con el cañón humeando
después de no haber resuelto nada.
Y aun así, necesito acostarme así:
humeado, corrido, cansado; todos los participios
están siempre
manchados de sangre fresca. Lo sé
pero necesito llegar
al cansancio necesario
para que la noche
se convierta
en el autobús
que haga regresar a cada fantasma
a su correspondiente parada.
Me pregunto
si para nosotros
habrá otra vez
un tiempo en el que nos comamos el pan sin dolor.
Como cuando yo
conocí a Leila
en uno de sus viajes a Barcelona,
y en nuestro primer polvo de despedida
empezamos a reírnos
porque no sabíamos como quitarle
las manchas de semen a su abrigo.
Hay que ver cómo soy con Leila
y con Julia,
parezco uno de esos
antiguos salteadores de tumbas;
siempre estoy robándole joyas
al cadáver de aquel nosotros.
Me preocupan estas gemelas.
Me gustan estas gemelas.
Me follaría a cualquiera de las dos.
Me casaría con cualquiera de las dos.
Tendría hijos con cualquiera de las dos.
Querría para siempre a cualquiera de las dos
y velaría siempre por la otra.
Y mientras todo peligra
quizá podríamos vivir
muertos de risa.