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Laura

Me siento grande, expansivo. Soy un hermoso mensaje
que viaja por los cables de teléfono
deseando llegar a muchos oídos.

Me estoy vinculando afectivamente con esta primavera,
con las noticias que emiten estos días en los telediarios,
con el libro que estoy leyendo
y con las canciones que ahora mismo flotan.
Me estoy vinculando afectivamente
con el minuto siguiente
que existe de la misma forma
en que existen las hogueras que se encaran con la noche.

Lo voy a recordar todo en el futuro.
Todo te lo debo a ti:
me han retirado los cargos de la cárcel de los hombres heridos
y me han puesto en libertad.
Helicópteros bondadosos han capturado
a todos los que quisieron asesinarme.

Gracias, Laura.
Ayer abrí una foto tuya a toda pantalla
y pegué una enérgica lefada
que salpicó el monitor.
Deja que te diga,
con mi mejor voz de James Bond:
Laura, la chica de mis sueños
sueña con ser como tú.

Dios mío, ¿qué es esto?
Ahora bromas aparte.
¿Qué son todas estas horas
durante las cuales
la vida no está teniendo contrincantes?

Somos nuevos, recién comprados.
Olemos a pan Bimbo y a hijos deseados.

He organizado el dolor
para que ocupe menos espacio
y tú ocupes más.
Ah. Qué fragante el vello de los brazos
de este reloj.
El viento es solo un río del aire.

Tú, a ti, contigo
quiero una rutina de padre e hijo.
Un ir a pescar al río todos los domingos
aunque se trate de hacer otra cosa.
Firmeza: una promesa de repetición.

Me siento hermoso, colorido, complejo: voy a ser un traje
cosido a máquina
por una abuelita con gafas gruesas.

En el futuro
le explicaré a todo el mundo
cosas sobre esta primavera.

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