El viento de la calle
no me aterra para nada.
Ridículos y peligrosos,
lo somos todos
como bombonas de butano
maltratadas.
Uno abandona la infancia
saliendo a buscar
algo que nunca llega.
Las tejas del tejado eructan
aunque sepan
que así no me asustan.
Antes, de joven,
lo deseaba todo
como los perros
desean a las perras.
Ya no. Ya no deseo nada.
No puedes desear de esa manera
cuando guardas
las cenizas de tu padre en casa.
Florece la noche
y salen las arañas.
Solo los olores antiguos
logran relectrificar
el corazón.
Florece la noche
y un raro terror
a quedarnos sin espaguetis
nos azuza
a Andrea y a mí.
no me aterra para nada.
Ridículos y peligrosos,
lo somos todos
como bombonas de butano
maltratadas.
Uno abandona la infancia
saliendo a buscar
algo que nunca llega.
Las tejas del tejado eructan
aunque sepan
que así no me asustan.
Antes, de joven,
lo deseaba todo
como los perros
desean a las perras.
Ya no. Ya no deseo nada.
No puedes desear de esa manera
cuando guardas
las cenizas de tu padre en casa.
Florece la noche
y salen las arañas.
Solo los olores antiguos
logran relectrificar
el corazón.
Florece la noche
y un raro terror
a quedarnos sin espaguetis
nos azuza
a Andrea y a mí.