-Nuestra siguiente invitada… Cómo decirlo. Yo diría que es la persona que ha hecho que, por primera vez, la gente, la gente de la calle a la que nunca le ha importado un solo cuadro, hable de pintura. Yo mismo me he sorprendido en bares, en cenas con amigos, hablando o escuchando hablar de la obra de nuestra siguiente invitada. Con todos ustedes, Francine Stone.
-Buenas noches, Francine.
-Buenas noches a todos.
-Dime, ¿por qué crees que tu pintura está en boca de todo el mundo?
-Para empezar, porque es una pintura cercana. En el sentido de que me dedico a acercar la violencia a la gente, a ponérsela delante para que les golpee. Para seguir, diría que la gente habla de mi pintura porque se puede hablar de ella sin hablar de pintura, ¿me sigues? La gente no habla de mi pintura, sino sobre si me paso de la ralla o no. A la gente le encanta juzgar y creer que tiene la vara de medir las cosas.
-No todos nuestros espectadores estarán al corriente de tu obra, así que si te parece vamos a mostrar alguno de tus cuadros. ¿Alguna preferencia, Francine? ¿Hay algún cuadro que te parezca especialmente representativo de tu… de tu mensaje?
-Bueno, creo que podríais mostrar Mañana, que hay mercadillo y Niño comiendo brazo de gitano.
-Bueno, creo que podríais mostrar Mañana, que hay mercadillo y Niño comiendo brazo de gitano.
-Pues adelante con el primero. ¿Qué puedes decirnos de Mañana, que hay mercadillo? ¿Podrías explicar un poco para nuestros espectadores el porqué de ese título y qué es lo que quisiste “decir” con esta pintura?
-Permíteme primero que intente hacer un poco de introducción sobre el sentido de mi pintura. Toda mi obra se basa en trasplantar la violencia que sufre el ser humano y la erosión al medio ambiente a escenarios más cercanos, más cotidianos para nosotros. La primera obra que yo expuse se titulaba “Aquí, en la calle St James”. El cuadro mostraba a varios soldados norteamericanos de la Segunda Guerra Mundial muertos delante de mi casa. El anacronismo es una licencia poética que me tomé para decirle a la gente: Eh, la historia importa. Podría repetirse y esta vez podría afectarte a ti. Lo que pretendo es que nos importe algo de lo que le pasa a nuestro mundo. Dicho de otra forma, nos da igual el cáncer, lo que nos importa es el cáncer de nuestro padre. Nos da igual el hambre en África, lo que nos importa es que nuestros hijos no tengan dinero para pagar el alquiler. Hace 30 años que nos están hablando del cambio climático. Llevamos más de 10 años viendo imágenes de osos polares desorientados y de casquetes polares que se funden, pero todo eso nos ha dado igual hasta que este verano hemos experimentado el verano más caluroso de nuestras vidas. Este ha sido el verano más cálido de la historia de La tierra desde que el hombre registra temperaturas. Lo que ha hecho este verano con nosotros; traer a nuestras casas un problema que hasta entonces era solo ciencia ficción, es lo que siempre he querido que haga mi pintura. El título de “Mañana, que hay mercadillo” está muy pensado. Para nosotros “mañana” es una palabra que casi carece de significado. Hemos utilizado mañana tantas veces como sinónimo de futuro que el término se ha descafeinado de toda su inmediatez: Mañana será tarde. Mañana no habrá capa de ozono. Mañana habrán muerto 200.000 niños en todo el mundo. Nos da igual, pensamos que mañana es algo que ocurrirá dentro de muchos años y que aún tenemos tiempo para cambiar y portarnos bien. Por eso he querido añadir al título de mi cuadro el “que hay mercadillo”, porque esa coletilla de cotidianidad vuelve a anclar el término mañana a su significado original de algo que está a punto de ocurrir.
Y por todo esto que acabo de comentar, la escena que muestra el cuadro es así: un mercadillo normal y corriente, con sus paradas hechas con varillas, telas, con sus furgonetas cargadas de mercancía detrás de los tenderos… Todo normal, excepto lo que se vende: nada de ropa, nada de juguetes, nada de música o de libros: lo que hay en todas las paradas son o bien cuerpos mutilados de personas o bien cuerpos mutilados de animales. Quiero señalar algo, todos los cadáveres de animales que aparecen en el cuadro pertenecen a especies que se acaban de extinguir este año. Por eso no he puesto animales más representativos y familiares, porque yo no intentaba lanzar el típico mensaje en contra de la masacre animal, ni siquiera estoy intentando ser guay ni ser “friendly” con lo vegano. Voy a algo más concreto: mostrarle a la gente aquellos animales que ya no volverán a existir. Enseñarles que es tarde. Que a veces mañana sí significa mañana.
-Fascinante, Francine, fascinante. Si te parece vamos a poner ahora la imagen de la segunda obra que nos ha sugerido, la del Niño comiendo brazo de gitano. ¿Qué puede decirnos de este cuadro? Debo añadir, a título personal, que este es una de sus obras de las que más he oído debatir acaloradamente.
-Ya… Sé lo que la gente dice de este cuadro. Vayamos por partes y, como he hecho con el anterior, voy a explicar algo sobre el título del cuadro. Como vemos, la escena es muy simple: hay un niño en una pastelería comiéndose un brazo con un tono de piel moreno, o sea, un brazo de un gitano, como reza el título. Yo tengo familia en España y, para quien no lo sepa, allí el brazo de gitano es un dulce típico. Por eso el niño de esta obra está en una pastelería. Se trata de un niño que ha entrado a una tienda de pasteles a pedir uno pero, en lugar de servirle el pastel que ha pedido, lo que hacen es ponerle auténticamente el brazo de un gitano. Es un juego de palabras muy tonto, pero a mí me sirve para reflexionar sobre varias cosas. Para empezar, si te fijas, lo que más se ha “criticado” de este cuadro es que el niño no sea un zombie. Lo que más impacta y extraña a la gente no es que haya un niño comiéndose el brazo de una persona, sino que ese niño no sea alguien que se ha transformado. Hemos normalizado las transformaciones porque son algo violento que nos ocurre cerca. Ahora ya no nos impacta ver a un zombie comiéndose a una persona, lo que nos puede impactar es que se trate de una persona sin transformar comiéndose a otra persona sin transformar. Con este cuadro lo que yo quería decir es: Eh, vale, aquí nos transformamos. Pero para que nosotros tengamos nuestras zapatillas Nike y nuestros iPhones estamos devorando a la gente del Tercer Mundo. “Solo” ha habido 300 transformaciones en el último año en todo el mundo, mientras que se siguen explotando, asesinando, o dejando morir, o llámalo como quieras, a miles de personas cada día. Se siguen eliminando especies animales. Aumenta el efecto invernadero, etcétera… Nos estamos dejando eclipsar por una cosa que, obviamente, es grave y es atroz, pero que no debería absorber toda nuestra preocupación. Por eso lo que intento con mi obra es trasladar a nuestros lugares cotidianos todas esas cosas graves que por muy lejos que creamos que estén sucediendo, le suceden a nuestro planeta y a nuestros congéneres, y en gran parte es culpa nuestra. No paramos de mutilarnos, y yo solo exponer esa mutilación ante nosotros.
-¿Qué está pintando ahora?
-Otro cuadro ecologista.
-¿Y cómo será?
-Se llama Agujero en la capa de ozono. En él aparecerá una chica sosteniendo un paraguas con un agujero. ¿Me entiendes?