Andrea y yo hacemos planes juntos
cuando nos bañamos en el mar.
Dentro del agua, flotando, el presente no pesa
y es más fácil
ser dos personas
que se dan la mano
para sortear las olas
juntos.
Insinuamos mucha luz
cuando hablamos del futuro:
los hijos que tendremos,
el modo en el que los educaremos.
La manera en que nuestra familia morirá unida,
cogiéndonos todos de las manos
en el salón de casa
por culpa de las súper bacterias
o del cambio climático.
Pero Andrea y yo
nunca hablamos de verdad de la muerte.
Nunca hablamos de dónde esconderemos (porque estas cosas no se guardan,
se esconden)
nuestra póliza de defunción.
Ni de quién de los dos
es más probable
que encuentre el cuerpo del otro sin vida.
Solo insinuamos luz,
solo hablamos de la vejez
haciendo chistes
y fanfarroneando, porque la vejez
no es lo que nos toca ahora.
Lo que nos toca ahora
es ir juntos a la playa,
sonreírnos mientras hacemos planes
y se nos arrugan las manos
en el agua.
cuando nos bañamos en el mar.
Dentro del agua, flotando, el presente no pesa
y es más fácil
ser dos personas
que se dan la mano
para sortear las olas
juntos.
Insinuamos mucha luz
cuando hablamos del futuro:
los hijos que tendremos,
el modo en el que los educaremos.
La manera en que nuestra familia morirá unida,
cogiéndonos todos de las manos
en el salón de casa
por culpa de las súper bacterias
o del cambio climático.
Pero Andrea y yo
nunca hablamos de verdad de la muerte.
Nunca hablamos de dónde esconderemos (porque estas cosas no se guardan,
se esconden)
nuestra póliza de defunción.
Ni de quién de los dos
es más probable
que encuentre el cuerpo del otro sin vida.
Solo insinuamos luz,
solo hablamos de la vejez
haciendo chistes
y fanfarroneando, porque la vejez
no es lo que nos toca ahora.
Lo que nos toca ahora
es ir juntos a la playa,
sonreírnos mientras hacemos planes
y se nos arrugan las manos
en el agua.