Robando. Matando. Follando.
Resucitando a quienes eches de menos
y violando a quienes no pudiste amar
en la vida real.
Aquí, a menudo, he resucitado
a mi abuelo y también
me he ensangrentado las manos
matando a quienes he necesitado matar.
También he robado.
He usado en mi propio beneficio las frases
que más envidiaba de los demás.
Pero sobre todo
he logrado pasar a limpio
los informes que se redactan
en el caos de las oficinas
del destino.
A veces simplemente
es la hora de la brisa.
Otras veces
solo se trata
de venir aquí
a vigilar y recontar
mi amor sin límites.
El otro día se doctoró un amigo y
hubo una gran fiesta.
No pude evitar sentir
que yo siempre me invito a una fiesta parecida
después de terminar cada poema:
Siempre que termino de escribir
es como si me vida hubiese ido bien;
como si me hubiera casado,
hubiese tenido hijos,
me hubiesen publicado,
mi abuelo hubiese tenido
una muerte en paz
y mi madre
tuviese un buen final asegurado.
Esa fiesta, esos éxitos
solo los tengo garantizados
con el siguiente verso.