Ir al contenido principal

Agujeros negros

Hay gente a la que no puedes salvar.
Es gente que siempre se comporta
como si estuviera bajo la lluvia
con un paraguas demasiado pequeño.

No importa lo que hagas por ellos. Da igual
que les prestes dinero, o que
les regales libros, o que, sigilosamente, sonriendo,
les escondas chocolatinas
en los bolsillos de las chaquetas; es posible
que nunca lleguen a recordar
todo lo que hiciste
porque están
demasiado distraídos
dialogando con sus arañas.

Ellos son agujeros negros
que lo absorben todo sin acumular nada.
No les ha sido dado entender
que estar vivo
es bailar con los dientes sucios.

Por eso te recomiendo
que no te esfuerces demasiado con ellos.
No pierdas el tiempo intentando salvar
a quienes no quieren ser salvados.
Acepta que el futuro
es una lista de espera
a la que no todo el mundo quiere apuntarse.

Deja que se marchen, o que mueran
o que ardan lejos de ti. No es tu culpa
si tú puedes ser feliz
bebiendo agua del grifo mientras
te rodean las sombras.

Escóndete de la muerte
todo el tiempo que puedas.

Se puede ser feliz
contra todo pronóstico.

Entradas populares de este blog

Inmortal

Yo solo me como las uvas de Fin de año, porque temo que si no lo hago, ese año muera mi madre. El otro día escuché un podcast en el que un médico hablaba de la cercanía de la inmortalidad. Decía que está a la vuelta de la esquina, para todos, en menos de 30 años. Pero de aquí a 30 años, mi madre, con su nombre de montaña, ya no estará viva. ¿Para qué querría un hijo echar de menos a sus padres de manera interminable? Si nos volviésemos inmortales, ¿se borrarían las líneas de la vida de nuestras manos? Si yo nunca fuera a acabarme, ¿me molestaría en seguir sonriendo a los pájaros del Delta, en señal de tímido agradecimiento por la primavera? Almacenaría tantas memorias a lo largo de los siglos, que me pregunto si mi cerebro no sobreescribiría los recuerdos que tengo de mi abuela cuando me quería. Cuando me besaba en la mejilla y me pedía que tuviera cuidado con los chicles, porque resulta que si un niño se traga un chicle, este se le puede pegar en el corazón. ¿Se puede seguir siendo hu...

Por el camino de la playa

Annie nunca quiso escaparse conmigo. Robar bancos. Huir. Registrarnos juntos en hoteles usando nombres falsos de ladrones famosos. Podríamos haberlo hecho. Podríamos haber migrado constantemente hacia veranos como este en el que apenas llueve pero en el que las tormentas eléctricas hacen que el verano no pare de rechinar los dientes. Hubiéramos ido a lugares peligrosos. Depósitos de agua con las patas frágiles y rayos que hacen que la gente mire al cielo mientras acaricia el lomo de sus biblias. Podríamos haber viajado en coche sonriendo hacia el futuro. El mundo entero hubiera sido tan solo un montón de polvo y de cadáveres detrás de nosotros. Se podía. A esa edad se podía hacer de todo. Alimentarnos del sol reflejado en los charcos. Ser salvajes y olvidarnos de que en casa para leer y para ver la tele necesitamos ponernos las gafas. Pero Annie no quiso y ahora la vida ejerce sobre mí una mirada marchita. Camino, aburrido y furioso por el c...

Black Friday

El otro día  me compré una silla rebajada  por el Black Friday. Tenía que ir un poco lejos a buscarla, así que busqué en la información del email  cuánto pesaba el bulto: 10 kilos. ¿Puedo yo sostener 10 kilos durante un rato prolongado? Y entonces me asaltó el recuerdo  de que 10 kilogramos  era exactamente  lo que pesaba la Cristi. Yo la cogía en brazos  unos metros antes de llegar al veterinario  para calmar sus temblores de miedo. También la alzaba en mis brazos cuando la llamaba desde lejos  y venía corriendo, para clavarse contra mí, con esa sonrisa  que solo tienen los perros.