El poema nunca está en la rosa.
Está en el daño que la rosa causa.
Está en el daño que la rosa causa.
Así que lo mejor es hablar del rastro de sangre que persigue hasta la tumba
a quien se pinchó
al tratar de arrancarla.
a quien se pinchó
al tratar de arrancarla.
Hay que hablar de los estragos:
del tallo decapitado y
de toda la savia que este supura.
del tallo decapitado y
de toda la savia que este supura.
Habrá que mencionar a los coches patrulla
barriendo con sus luces,
siempre demasiado tarde,
la escena del crimen.
barriendo con sus luces,
siempre demasiado tarde,
la escena del crimen.
Si hay una rata
paseando por el callejón,
deja que corretee también por el poema. Si las sirenas de las ambulancias
despiertan a los vagabundos,
haz que estos abran los ojos y miren al lector
paseando por el callejón,
deja que corretee también por el poema. Si las sirenas de las ambulancias
despiertan a los vagabundos,
haz que estos abran los ojos y miren al lector
al final de alguna estrofa.
Detalla la nubosidad
que siempre media
entre el verdugo y sus víctimas.
que siempre media
entre el verdugo y sus víctimas.
Pero a la rosa
no hace falta que me la describas.
Hay demasiadas. Las compramos, las pisamos,
las olemos y dejamos que mueran en nuestras casas.
No hables de ella, no me cuentes
cómo es tu rosa.
no hace falta que me la describas.
Hay demasiadas. Las compramos, las pisamos,
las olemos y dejamos que mueran en nuestras casas.
No hables de ella, no me cuentes
cómo es tu rosa.
Mejor ponte en peligro
y corre el riesgo
de chivarme
quién fue su asesino.
y corre el riesgo
de chivarme
quién fue su asesino.