Hubo una versión de ti
y una versión de mí
que se amaron.
Y eso
ni todo el peso
del paso
del tiempo
puede desprestigiarlo.
Yo lo recuerdo. Nos recuerdo.
De vez en cuando,
con mirada tierna e indulgente,
limpio nuestro retrato.
No parábamos de regalarnos cosas.
Podábamos el tiempo
y hacíamos cirugías complicadas en las agendas
para poder vernos.
El dinero sí era importante
porque nos servía
para comprar tiempo juntos.
Viajes.
Turbulencias.
Maletas que nunca salen
por la cinta transportadora
y unas ganas improrogables
de estar siempre follándonos.
Incluso las peleas eran hermosas.
Tanto daño, tanta verdad,
tantos rayos y truenos
con alguien que me importa.
Ahora ya nunca me peleo con otras personas.
No saben lucharme
ni hacerme daño como tú.
No estoy triste.
Morimos bien,
jóvenes y guapos,
asesinados entre violines.
y una versión de mí
que se amaron.
Y eso
ni todo el peso
del paso
del tiempo
puede desprestigiarlo.
Yo lo recuerdo. Nos recuerdo.
De vez en cuando,
con mirada tierna e indulgente,
limpio nuestro retrato.
No parábamos de regalarnos cosas.
Podábamos el tiempo
y hacíamos cirugías complicadas en las agendas
para poder vernos.
El dinero sí era importante
porque nos servía
para comprar tiempo juntos.
Viajes.
Turbulencias.
Maletas que nunca salen
por la cinta transportadora
y unas ganas improrogables
de estar siempre follándonos.
Incluso las peleas eran hermosas.
Tanto daño, tanta verdad,
tantos rayos y truenos
con alguien que me importa.
Ahora ya nunca me peleo con otras personas.
No saben lucharme
ni hacerme daño como tú.
No estoy triste.
Morimos bien,
jóvenes y guapos,
asesinados entre violines.