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Espacio publicitario

Si alguna vez
me publican,
cerraré mi blog de poesía
con la siguiente entrada:

“Cerrado por triunfo”.

Después, cuando cobre fama,
cuando mis lectores
ahuequen sus manos
sobre el oído
de sus amigos
y les digan:
“tienes que leer a este tío”
llamaré a los de Damm
y me ofreceré
para hacer spots para ellos.

Tengo varias ideas.
Por ejemplo:
un tío
o una tía
se pide una Voll-damm
se la sirven, prueba un sorbo,
sonríe con cierto arrobo,
aparta la cara
y la cámara
funde a negro:



Voll-damm
convierte lo normal
en una celebración.


La otra opción
es que aparezca yo.
Iván Legrán,
el poeta,
le da un sorbo a una Voll-Damm
y hace lo que siempre hace cuando prueba una:
sonreír, suspirar,
alejar un palmo la botella
para volver a leer la etiqueta
como si allí
fuera a encontrar por fin
una explicación
de por qué se produce
esa sensación de reencuentro.

Porque hay un reencuentro:
es entre yo
y el yo más feliz
violento y vulnerable que existe.
Porque a veces bebo
delante de alguien a quien quiero
y lo que quiero
es tirarle bolas de nieve
y luego sonreírnos.

¿Y tú? ¿Qué haces? 

Ve a por tu Voll-damm.

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