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Gorditos en Brooklyn


Andrea y yo,
a irnos juntos a la ducha,
le llamamos
hacer un gorditos en Brooklyn,
porque no tenemos dinero
para un piso con bañera
y cuando nos apretujamos en el plato de ducha
nos gusta imaginarnos
que somos los protagonistas
de una película americana
sin presupuesto.

Normalmente yo pruebo el agua con la mano
y cuando le doy el visto bueno
me meto primero
y enseguida animo a Andrea
a que se meta conmigo.

Mientras ella se echa
sus potingues en el pelo
yo me pongo mucho gel en las manos
y se las froto por todo el cuerpo.
Insisto en separarle las nalgas y limpiarle el culo,
ella grita como cuando ve un insecto;
a veces le da asco
que no me dé asco nada de ella.

De vez en cuando,
ella también me limpia el culo a mí
y mientras lo hace
no puede ver
cómo sonrío.

Cuando ya nos hayamos secado
y nos empecemos a vestir,
en el espejo cubierto de vaho
podré dibujar una polla
o escribir
Andrea
bella




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