El otro día
mi madre regresó del pueblo
cargada con los mismos embutidos
que me daban mis abuelos
cuando yo era un niño.
Intenté reproducir
la misma merienda
que siempre me ofrecía mi abuela
con una sonrisa
colmada de alegría.
Quién me iba a decir
que unas migas
de pan revueltas con chorizo
se iban a transformar
en una máquina del tiempo
tan eficaz.
mi madre regresó del pueblo
cargada con los mismos embutidos
que me daban mis abuelos
cuando yo era un niño.
Intenté reproducir
la misma merienda
que siempre me ofrecía mi abuela
con una sonrisa
colmada de alegría.
Quién me iba a decir
que unas migas
de pan revueltas con chorizo
se iban a transformar
en una máquina del tiempo
tan eficaz.