Hace 11 años
le hice unos agujeros
a una vieja de zapatos
que tenía mi madre
y con ella bajo el brazo
me fui a una tienda de animales
a comprarme una tortuga.
La gente me preguntaba
que por qué una tortuga
si no te quieren, no juegan,
no ladran
ni responden con miradas bobas
a tus preguntas.
Pero yo sabía
que la muerte de mi perra
para mí
había matado
a todos los perros del futuro y
ya no quería repetir
un vínculo así
con nadie.
Había cerrado un programa
y había abierto otro, como hacen las máquinas,
como hacemos los humanos
que nos parecemos tanto a máquinas.
Ya no me apetecía
convertirme en alguien importante
para nadie.
Lo único que quería
era tener a alguien cerca
que no interrumpiera
esta imparable sonrisa
que se me pone en la cara
cuando termino de escribir un poema.
No he tirado
le hice unos agujeros
a una vieja de zapatos
que tenía mi madre
y con ella bajo el brazo
me fui a una tienda de animales
a comprarme una tortuga.
La gente me preguntaba
que por qué una tortuga
si no te quieren, no juegan,
no ladran
ni responden con miradas bobas
a tus preguntas.
Pero yo sabía
que la muerte de mi perra
para mí
había matado
a todos los perros del futuro y
ya no quería repetir
un vínculo así
con nadie.
Había cerrado un programa
y había abierto otro, como hacen las máquinas,
como hacemos los humanos
que nos parecemos tanto a máquinas.
Ya no me apetecía
convertirme en alguien importante
para nadie.
Lo único que quería
era tener a alguien cerca
que no interrumpiera
esta imparable sonrisa
que se me pone en la cara
cuando termino de escribir un poema.
No he tirado
la vieja caja de zapatos
con agujeros
porque la guardo
porque la guardo
para que Concha se marche
en el mismo barco en que llegó.
La enterraré como espero
que me entierren algún día a mí
mis seres amados:
con agujeros en el ataúd,
solo por si acaso.
La enterraré como espero
que me entierren algún día a mí
mis seres amados:
con agujeros en el ataúd,
solo por si acaso.