Me levanté muy temprano
para ir a su barrio a dar la noticia.
No quería ser eficaz, no quería decirlo
en el bar al que él solía ir
y dejar que la gente se encargara de difundirlo
con el boca a boca.
Lo que yo quería
era ir por la calle
parando a las personas
que mejor lo conocían
y acuchillarles personalmente
con la noticia.
Ver cómo se les helaba el rostro,
o cómo se llevaban la mano a la boca
mientras me interrogaban
con los ojos muy abiertos.
Pero no hubo nada de eso.
No sé cómo se las ingenió la muerte,
pero cuando yo llegué ya había un cartel colgado
en la portería del piso donde él vivía:
Nuestro querido vecino,
Juan Bizarro, ha muerto.
Volví a casa distraído, insatisfecho,
dándome cuenta de que ya no podría volver
a ser ese muchacho joven
que olía a hierba recién cortada.
para ir a su barrio a dar la noticia.
No quería ser eficaz, no quería decirlo
en el bar al que él solía ir
y dejar que la gente se encargara de difundirlo
con el boca a boca.
Lo que yo quería
era ir por la calle
parando a las personas
que mejor lo conocían
y acuchillarles personalmente
con la noticia.
Ver cómo se les helaba el rostro,
o cómo se llevaban la mano a la boca
mientras me interrogaban
con los ojos muy abiertos.
Pero no hubo nada de eso.
No sé cómo se las ingenió la muerte,
pero cuando yo llegué ya había un cartel colgado
en la portería del piso donde él vivía:
Nuestro querido vecino,
Juan Bizarro, ha muerto.
Volví a casa distraído, insatisfecho,
dándome cuenta de que ya no podría volver
a ser ese muchacho joven
que olía a hierba recién cortada.